Japón, o el triunfo de una sociedad civilizada

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Lost in translation (2003)

Por Ici Mouse

Aún me siento descolocada cuando me despierto por las mañanas y me doy cuenta de que no estoy allí. Ya no encuentro la popular reverencia de inclinación de cabeza mientras me dicen arigatou gozaimasu con una sonrisa de oreja a oreja cuando compro en el supermercado. Ningún guarda me refresca el suelo con una manguera mientras espero al autobús para que no tenga calor.

Y es que lo mejor de Japón, sin ápice de duda, es su gente. Una sociedad tradicional pero a la vez adaptada a los tiempos que ha sabido guardar y preservar el valor ancestral del honor y el respeto al prójimo. No hablo solo de buena educación ni de formas vacías de significado.

Hechos

Hablo de un interés real en que el otro se sienta bien. Interés por lo público, por la comunidad. Hablo de hechos que acompañan a las formas. Hechos como ser recibido con un vaso de agua con hielo en cualquier bar/restaurante en días de calor sofocante y que estén atentos a llenártelo cuando se te acaba (de forma ilimitada y sin coste). Hechos como encontrarte un desayuno especial en el bar en el que desayunas habitualmente porque ya no vas a volver (y eso que solo has ido 6 días). Hechos como hallar todas las facilidades incluidas en los alojamientos más austeros (cepillo y pasta de dientes, zapatillas de casa, secador, pijama, lavadora gratuita, café y té gratuitos…). Hablo de que te intenten ayudar cuando preguntas algo hasta la extenuación. Da igual que no te entiendan, da igual que no sepan dónde está lo que les preguntas. Lo que aquí sería un «lo siento, no te puedo ayudar» allí es sacarte el Google Maps o dibujarte un mapa (sí, hay que tener cuidado porque puedes estar horas con alguien si le preguntas por la calle). Otra cosa que me enamoró fueron los baños gratuitos e impecables que encuentras a cada dos pasos. Creo que es el primer lugar en el que no me he tenido que preocupar de entrar a un bar para lograr un baño. No hay cosa que me molestase más de algunas capitales europeas que el cobro de 50 céntimos (si no era más) por usar un baño público. Parece que no valía con dejar tus impuestos en un país en el que únicamente estás de paso. El colmo era, cuando aun tomando una consumición, te seguían cobrando. En Japón, esos «taxes» que dejas al comprar una bandeja de sushi, los ves retornados, y en realidad aumentada.

El orden, ante todas las cosas

Toda esta preocupación por “el otro” se ve promovida en parte por pura supervivencia. Un país con casi 127 millones de habitantes no se entiende sin un orden interno. Tokyo, una ciudad donde viven 13 millones de personas sería un auténtico caos si no se educase en la tolerancia, en ese “guardar la armonía social” por encima de todo.

Para visualizar esto en un momento, solo hay que pasar unas horas en cualquier estación de cualquier ciudad. Estaciones en las que se mueven innumerables personas todos los días. ¿Cómo ordenamos esto?

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Hay flechas en el suelo que indican perfectamente cuál es la dirección de “ir” y cuál la de “volver” dividiendo las callejuelas y túneles de la estación en dos carriles, así se evitan los choques. Carteles que prohíben explícitamente correr (en todo caso, se anda deprisa) que la gente respeta (casi) siempre. Ya en el andén, marcas claras en el suelo definen y delimitan dónde deben ir las colas (que coinciden exactamente con dónde va a haber una puerta del tren) y guardias que de manera continua ordenan eficazmente a las masas en el caso de que algo de todo esto falle, eso sí, siempre amablemente, nada de brusquedades.

Una sola experiencia como la que he contado sirve para hacerse una idea de la importancia al orden que prevalece en Japón. Este ejemplo, llevado a todos los ámbitos de la vida diaria hace que te encuentres en un mundo perfectamente organizado y bien pensado en cada momento.

¿El país de las maravillas?

Supongo que a estas alturas el lector ya estará pensando «sí, bueno, te has emocionado un poquito ¿no?», parece que  nos encontramos ante el mundo piruleta, el Ítaca de todo Ulisses… Para mí, es así en parte pero por supuesto todo tiene sus peros. Todos estos ejemplos que he traído a colación pueden llegar a hacer sentir a ciertas personas que están en un ambiente algo «robótico» y cuadriculado donde la espontaneidad brilla por su ausencia. Todo depende de cómo seamos y si el orden nos encanta o nos vuelve más locos de lo que estamos.

Otro punto a destacar, por destacar alguno, sería que como consecuencia de todo ese trabajo y esa búsqueda de la eficacia continua, nos encontramos ante una sociedad exhausta. Agotadoras jornadas de trabajo y muy pocas vacaciones (léase noticia del año pasado de cuántos días reales disfrutaban en la práctica) hace que te encuentres el metro o el tren lleno de gente dormida (no como aquí, DORMIDA de verdad y a todas horas). Las enormes salas de Pachinko llenas (un símil de tragaperras a la japonesa) pueden dilucidar también esa necesidad de desconexión y de tiempo de ocio.

También hay que tener en cuenta, que aunque como ya he mencionado, los japoneses tratarán de hacer que te sientas bien y te mostrarán toda su amabilidad y respeto, en el fondo es un país algo «endogámico». Fuertes leyes de inmigración (aparte de la barrera idiomática, claro) casi impiden en la práctica que los extranjeros podamos trabajar allí y prueba de ello es la residual cantidad de negocios y trabajadores extranjeros que encuentras (entrada muy divertida sobre la práctica imposibilidad de trabajar en Japón). Esto, por una parte, ha favorecido claramente la conservación de la cultura nacional en su forma más pura (y esa es la razón de que encontremos tanta autenticidad) pero la cuestión de las trabas a la interculturalidad está ahí para que la podamos discutir. 

Aún con estos peros que he mencionado, el balance que te llevas es totalmente positivo. Porque si hay una sociedad que te inspira y te motiva a querer ser mejor persona en todos los sentidos, profesional y personal,  esa es la sociedad japonesa.

Y encontrar esa inspiración en el mundo de hoy en día, es todo un triunfo.

Ici MouseAutor: Ici Mouse
Adoro los roedores, y el mundo Disney. Considero que todos los problemas del mundo tienen su origen en la superpoblación y la incapacidad humana para ver lo auténtico. Para ser auténticos.

2 comentarios en “Japón, o el triunfo de una sociedad civilizada

  1. Andrea Fraga dijo:

    Muy buena entrada! Vivir y venir de paseo a Japón son cosas muy diferentes… Y según la zona de Japón la gente es diferente. Lo mejor de la sociedad japonesa se encuentra en el interior del país… mientras que en Tokyo, lamentablemente, la gente ha ido perdiendo los modales. Saludos!

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    • Ici Mouse dijo:

      Gracias Andrea! Curiosamente tuvimos una sensación parecida a la que comentas cuando llegamos a Tokyo tras dejar Osaka, Kyoto y otras ciudades menos pobladas. No tanto quizá como para catalogarlo de mala educación pero sí, como bien dices, de cierto pasotismo. Al ser una ciudad tan grande lo vimos como «normal». Ya no eran tan evidentes las reverencias y el cuidado al otro. El personal público (y no público) se limitaba a cumplir con el protocolo con unos turistas más. Espero que los valores tradicionales se conserven, pues algo muy rico existe allí que no debería perderse. 🙂

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