5 consejos para aprender un idioma sin estudiar (Teoría Stephen Krashen)

Aprender un idioma siempre estará ligado al número de horas de contacto con el idioma. Por eso, me cuesta apoyar afirmaciones del tipo «aprende idiomas sin estudiar». Depende, ¿qué es estudiar para ti? Si incluyes las series de Netflix en el idioma que quieres aprender, los podcasts mientras conduces y las charlas con nativos, aunque sea con una cervecita, de estudiar no te libra nadie. Sin embargo, si para ti estudiar un idioma es solo empollar gramática cual gallina y memorizar listas interminables de palabras, entonces, igual encuentras la teoría de Stephen Krashen bastante iluminadora.

Krashen es uno de los lingüistas más famosos actualmente, profesor emérito de la Universidad de Southern California y experto en la enseñanza de idiomas. Su teoría defiende que el método que siempre hemos seguido en la escuela para aprender no es el más adecuado, si no que podemos aprender de una manera más natural e inconsciente exponiéndonos a lecturas y audios de un nivel ligeramente más alto que el nuestro (i+1), que sea comprensible, interesante y al mismo tiempo, que nos permita avanzar sin estudiar, de una manera relajada y sin presión.

1. Adquirir versus aprender

¿Nunca has dicho una frase o una palabra en otro idioma sin saber de dónde la habías sacado? Eso es adquirir, un proceso inconsciente que se consigue a base de tener el máximo contacto posible con el idioma. Igual que un niño, tu cerebro lo va asimilando y por ende, tu capacidad lingüística aumenta.

Aprender es algo consciente, ligado a una formación más estándar, siguiendo un manual, estudiando, yendo a clase. No creo que ambos conceptos estén reñidos y, probablemente y basándome en mi propia experiencia, pueden funcionar muy bien si van de la mano.

2.  El monitor como filtro corrector

Para Krashen esas competencias «aprendidas», como la gramática estudiada, pueden servir como un filtro que corrige el discurso producido espontáneamente por nuestra mente antes de producir un discurso o un escrito. Es decir, un discurso espontáneo solo se puede producir si el idioma ha sido adquirido inconscientemente, pero lo «aprendido» puede servir para mejorar y perfeccionar esa producción.

3. Contenido comprensible y entretenido

Según los estudios, leer puede ser el mayor secreto para aprender idiomas, ya que nos ayuda a interiorizar vocabulario, estructuras gramaticales y mejorar nuestra comprensión. Sin embargo, no vale consumir cualquier contenido. Debe ser comprensible, pero con un grado de dificultad ligeramente superior a tu nivel, y sobre temas que te interesen y de los que disfrutes. Esto suele estar ligado a situaciones relajadas, sin estrés, que ayudan a la asimilación del lenguaje.

Pero no podemos vivir colgados de un libro. Por eso, también es recomendable que un 30% de nuestro tiempo de adquisición se lo dediquemos a la comprensión auditiva: viendo vídeos de Youtube, Netflix, podcasts, la radio… Para esto no hay excusa, lo puedes hacer mientras conduces, haces las tareas de casa o mientras vas a correr por la ciudad. Eso sí, los resultados y el progreso serán mayores si escuchas con atención plena y con lápiz y papel en mano.

Input comprensible = 70% lectura + 30% audio

No olvides, lo fundamental es que sea comprensible. Todavía me acuerdo de un audio en mi clase de alemán en Viena y yo mirando a la profesora como si lo que estuviera escuchando fuera swahili. ¿Qué aprendí con ese audio? Nada, yo sólo oía «subnstrujnbajn».

4. El filtro afectivo

Pensamos que ser capaces de comunicarnos en otro idioma es algo completamente racional, pero estamos muy equivocados. Nuestras emociones afectan todo lo que hacemos. Es como el entrenamiento ese día que hace buen tiempo, que todo te ha ido bien, que te sientes con energía y ganas, ¿a que no hay quién te pare? En un idioma es lo mismo. Nuestros sentimientos, el «no soy capaz», la negatividad, los nervios, el estrés, la imagen que tenemos del idioma/cultura, el sentimiento de «tengo que aprender»…, todas estas percepciones se convierten en barreras para nuestro aprendizaje.

Normalmente si no nos creemos capaces de hacer algo, tendemos a poner más excusas que a luchar más y esto pasa también con los idiomas. Por eso, para intentar bloquear el filtro afectivo tenemos que poner motivación, confianza y desarrollar amor por el idioma. He estudiado muchos idiomas a lo largo de los años y mi enfoque siempre ha sido diferente para cada uno, pero la comparación se vuelve odiosa cuando les comparo con mi relación con el francés, porque estoy enamorada del idioma y de la cultura francesa. Podré tener otros filtros, como el del perfeccionismo, pero ese enamoramiento me empuja a consumir más ese idioma y de una manera muy placentera.

5. Expresión y buen acento

Ya nos ha quedado claro que lo más importante para Krashen es el «input comprensible» (leer, escuchar), pero ¿y si me quiero comunicar? Correcto, falta la otra cara de la moneda, el output (hablar, escribir). Para el lingüista dos aspectos mucho menos importantes, al menos, al principio, porque después de consumir mucho input, el output se producirá de una manera mucho más natural.

Hablar desde el principio puede ser una buena herramienta para detectar lo que te falta, desde vocabulario a expresiones o tiempos verbales, pero bien es verdad, que muy de primeras puede ser más bien un acto de masoquismo que una tarea productiva, pero para gustos, los colores.

Curiosamente, según los estudios de Krashen, todos podemos tener buen acento, pero no lo utilizamos por vergüenza o miedo a sentirnos estúpidos. Va muy ligado a nuestro sentimiento de pertenencia a una cultura; si no te sientes miembro de su club, no puedes tener su acento. Por eso, escucharemos a europeos con claros acentos americanos, por ejemplo, porque se han enganchado a sus series, programas y a su manera de ver la vida y no tanto a la cultura británica más formal y tradicional.

CONCLUSIÓN

Haciendo uso del refranero popular diré «una imagen vale más que mil palabras».  Este iceberg lo resume bien: si quieres más output, necesitas más input.

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Autor: Bryce Hedstrom

Yo soy una apasionada de los podcasts y una adicta a Netflix, así que esta parte la llevo bastante bien. Y tú, ¿crees en la teoría de Krashen?

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