¿Cuántos estudiantes al terminar la universidad se plantean esta pregunta? Incluso trabajadores que quieren seguir ampliando sus conocimientos y creciendo como persona. Pero, claro, las dudas y los miedos, y a veces, las excusas, son muchas. Todo no se puede, ¿o sí?
No hay ninguna duda de que saber inglés, hoy en día, es indispensable en cualquier currículum; algún tercer idioma nunca vendrá mal, pero el máster puede ser clave para ascensos y nuevas oportunidades. Ambas formaciones son complementarias y la falta de cualquiera de las dos puede suponer un obstáculo para una carrera de éxito. Ante esta encrucijada, ¿cómo elegir?
Como en la vida y en el ajedrez todo depende del camino que elijas, de las decisiones que vayas tomando y de cuál sea tu meta, pero, sobre todo, de tu punto de partida.
EL MÉTODO LINCE
Acabas de terminar la carrera, no sabes qué camino tomar, te sientes perdido o perdida. Antes de nada, tranquilidad, todos hemos estado ahí y, muchos, como diría una sabia mujer que conozco, incluso pasando los 60 siguen diciendo «yo tampoco sé que quiero hacer con mi vida«. Es bueno tener objetivos, por supuesto, pero también ir adaptándolos y, como dice la canción «la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida«.
Si tienes 20 años, ¡puedes hacerlo todo! Haz lo que más te apetezca, esa será la decisión correcta (no, ésta no es una excusa para tirarte a la bartola). Empezar un máster una vez ya adentrados en el mundo laboral -y creedme, habla la voz de la experiencia-, se vuelve cada vez más y más difícil. Lo pospones, pospones y cuando al final te lanzas, puede parecer como si a veces estuvieras remando a contracorriente, porque un trabajo a tiempo completo y un máster, se puede, pero habrá un «coste de oportunidad«.
Bonito término el «coste de oportunidad«, siempre me ha gustado. Término económico, sí, pero muy aplicable a la vida real. Wikipedia lo define así: «En economía, el costo de oportunidad o costo alternativo designa el costo de la inversión de los recursos disponibles a costa de la mejor inversión alternativa disponible, o también el valor de la mejor opción no realizada». Vamos, que todo no se puede tener: que si tienes pareja, te pierdes el ligoteo o, en términos más actuales, el jujaneo; que si te vas al extranjero, vives experiencias increíbles, pero te pierdes el cumpleaños de tu mejor amiga. Ese tipo de cosas. El precio de las cosas.
Volviendo al tema, entonces, hacer un máster trabajando implicará que renuncies a otras cosas: las clases de pintura, el gimnasio, horas con Netflix, salidas con los amigos… porque de algún lado tendrás que sacar esas horas que te faltan, así que antes de lanzarte a la aventura, ¡piénsatelo! La motivación te llevará fácilmente los primeros meses, pero cuando se acabe, necesitarás buenos hábitos para que no se convierta en el máster interminable.
Si acabas de terminar los estudios, ¿por qué no?, pero haz algo que te apasione. No lo hagas porque «es lo que hay que hacer» o por seguir la corriente. No, no te gastes unos cuantos euros en algo que, aunque no nos demos cuenta, «impone la sociedad». Y que no cunda el pánico, esa opción siempre está ahí y puedes descubrir, entre tanto, cuál es esa pasión en la que te quieres especializar, porque, al fin y al cabo, de eso se trata un máster: de especializarte. Eso sí, nunca tendrás tanto tiempo como ahora para seguir con la vida universitaria, sin trabajar a tiempo completo y con tiempo para centrarte en los estudios, y si quieres, algún día, llegar a puestos de responsabilidad, un máster – y en algunos casos hasta un doctorado – es indispensable.
EL MÉTODO ÁGUILA
Volvemos a la pregunta clave: ¿qué quieres hacer? Eso es lo que va a hacer que lo consigas, un «debería» o una obligación, no. ¿Quieres volar cual pajarillo? ¿Te apasionan los idiomas y tienes claro que quieres trabajar en un ambiente internacional? ¡Al ataque, dedícate un año a aprender alemán – o «x» – como un cosaco! ¿Y si te vas al país donde se habla el idioma de au pair o a trabajar en un hotel? No puedes estar 8 horas al día estudiando gramática, tendrás que buscar otras actividades de inmersión en el idioma: queda con nativos en tu ciudad, haz videollamadas, ve series, únete a coloquios de los institutos de idiomas, ¡las opciones son muchas más de las que crees, sólo tienes que buscarlas!
Un año sabático para estudiar un idioma es un poco vago, por lo menos dos idiomas, si sólo vas a hacer eso y proponte alcanzar un nivel bastante más alto del que tienes o poder tener una conversación fluida si no sabes nada. ¡Qué menos si vas a vivir del cuento para hacer eso!, ¿no? Si no, combínalo: haz prácticas en una empresa y a la vez estudia idiomas. Así, podrás ir viendo qué actividades te gustan más o menos dentro de tu ámbito laboral. Las que no te gusten, te garantizo, las descubrirás muy rápido. También puedes hacer voluntariado o trabajar en alguna tienda o en algún bar. De todas esas experiencias se aprende mucho.
EL MÉTODO CIEMPIÉS
¿Y si haces un máster en otro idioma? Sí, es lo que llamamos «matar dos pájaros de un tiro». Obviamente, necesitarás tener un nivel, al menos, intermedio del idioma si quieres seguir las clases, entender artículos académicos y poder producir trabajos de una calidad aceptable. Esto te permitirá un contacto constante con el idioma, relacionarte con nativos, y en definitiva, hablar, leer, escribir y escuchar.
No, no vale la excusa de «es muy caro». Sí, es cierto, hay másteres que tienen unos precios que parece que te va a dar clases la reina de Inglaterra y que tienes que ir de etiqueta a clase, pero también hay becas, infinidad de becas. Hay que ser bueno, pero si lo quieres, puedes. Además, para europeos, algunas universidades nórdicas hasta ofrecen programas gratuitos, ¡e incluso online!, así que tampoco tienes que preocuparte del alojamiento.
Ya sabes lo que dicen, «el que quiere encuentra la forma, quien no quiere encuentra la excusa». Y tú, ¿de cuál eres?
CONCLUSIÓN
- Si no sabes inglés, esa tiene que ser tu prioridad. Piensa en todas las puertas que te abrirá, no sólo laborales, si no a los sitios que podrás viajar, los amigos que podrás hacer… Un idioma te ofrece la posibilidad de ver «otro mundo«.
- Conocimientos técnicos. A veces la universidad te aporta mucha información, pero poco «trabajo de campo«, igual has visto que necesitarías aprender a usar una herramienta concreta que te permitirá desarrollar mejor tu trabajo o un tema que consideras que se ha quedado corto en la carrera. ¡Busca un curso y a por ello!
- Un curso para ampliar conocimiento y uno o dos idiomas es compaginable si te creas una buena rutina de estudio y te organizas bien. Piensa bien en las horas que te requerirá el curso, dentro y fuera de clase, y decide qué hacer con el resto del tiempo.
- Máster, si decides que lo tienes claro, que es tu momento y que sabes cuál es tu vocación, ¡de cabeza! Ya sea que estés trabajado o no, si te gusta aprender y aprendes lo que te gusta, se convertirá en un hobby al que le dedicarás horas sin fin, y la mayoría, con mucho agrado.
Y tú, ¿qué opción elegirías?