El arte de comer despacio y bien

Pierre-Auguste Renoir, «Luncheon of the Boating Party»

Por Lu Duchamp 

La primera vez que conocí a una persona que declaraba que no le gustaba comer y que, de hecho, le parecía un gesto diario molesto y aburrido, me quedé mirándole como a un marciano.Aseguraba que esperaba que con el tiempo inventaran cápsulas con los nutrientes necesarios para poder ahorrarse esta mundana costumbre de comer tres veces al día. «Así, -me decía convencido- ahorraría mucho tiempo y podría hacer cosas mucho más interesantes». Este último año he conocido a más personas que me comentaban exactamente lo mismo.

Pero, ahora que lo pienso fríamente, en realidad, con el modo de vida actual tan acelerado que llevamos, a todos nos pasa que muchos días la comida es una tarea más de nuestra lista  de cosas pendientes y acabamos «comiendo cualquier cosa» en menos de media hora.

Pues bien, aquí van tres ideas que conviene recordar para cuando las ganas de liarse la manta en la cocina flojeen o tengamos tentaciones de sustituir el menú completo por un sandwich.

• Comer despacio y bien, para saciarte más rápido. Cuando comemos rápido, masticamos peor y bebemos mucha menos agua lo que complica muchísimo nuestra digestión.
• Comer despacio y bien, para estar más alegre. Está claro que cuando engulles, no aprecias los sabores de la comida y, por tanto, te estás perdiendo el placer de disfrutar de tu comida. De hecho, hay pocas acciones que tengan tanto impacto en nuestro humor como comer nuestro plato favorito. Ya se suele decir que «las penas con pan son menos»
• Comer despacio y bien, para mejorar tu digestión. Está claro que cuando comes de forma pausada, bebes más agua, elemento clave para favorecer tu digestión.

Espero que estas líneas te hayan ayudado a darte cuenta de lo importante de comer despacio y bien y reserves un espacio todos los días para el sagrado arte de comer. Y, ya sabes, cuando puedas añade a tu ritual la siesta. Tu cuerpo serrano te lo agradecerá. 😉

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