
Vanessa Bell, «La conversación»
¡Que levante la mano quien nunca se haya quedado con ganas de hablar con alguien, simplemente por no saber qué decir!
Bienvenidos a El arte de donde hoy hablaremos sobre cómo iniciar una conversación informal. Saber qué decir para iniciar o mantener una conversación en realidad es más sencillo de lo que parece.
Cuatro pasos para lanzarse a la piscina
Pasemos a la acción: Imagínate que estás en una fiesta o en un evento de networking y ya has determinado con quién te gustaría conversar. ¡Vamos allá!
1. Primero mírale. Cuando te dirijas a tu conversador potencial es muy importante que lo hagas siempre de frente, y preferiblemente estableciendo contacto visual mientras te acercas. De lo contrario, si la persona estuviera de espaldas le podrías pegar un buen susto, lo que no sería un buen comienzo.
2. La sonrisa, tu mejor carta de presentación. No hace falta que vayas con una sonrisa de oreja a oreja, sino dibujar un gesto amable y relajado en tu cara. La idea es que cuando alguien nos sonríe, sentimos la inclinación natural a devolverle la sonrisa. Este simple gesto es el primer paso para conseguir la empatía de tu interlocutor.
3. Busca el momento. El momento de la interacción es clave. Evita abordarle, por ejemplo, cuando está ocupado hablando con alguien, se dirige al baño o está comiendo.
4. Dar para recibir. Es muy recomendable decir tu nombre primero, tanto si no le conoces todavía, «¡Hola soy Lu Duchamp! ¿Cómo te llamas?» como si ya ya os conocéis pero no os veis con frecuencia «¡Hola Jaime! Soy Lu Duchamp. Nos conocimos en la fiesta del vino hace un mes. ¿Cómo estás?«. De esta manera, le sacas del posible apuro de que no te recuerde, le sitúa en el contexto donde te conoció y ya podréis pasar a mantener una conversación interesante.
Cómo mantener la conversación a flote
La clave está en la pregunta. Si formulamos preguntas del tipo ¿Qué tal el fin de semana?, por lo general vendrá seguida de un bien, y ¿tu? y enseguida veremos cómo en unos instantes esta conversación se ha evaporado. Si lo que nos interesa es llegar a una conversación más profunda tendremos que utilizar preguntas más abiertas que requieran de una respuesta más elaborada que un simple bien o sí/no y que al mismo tiempo no exijan demasiado esfuerzo.
–¿Qué tal el cole hoy?- Bien ;- ¿Qué es lo que más te ha gustado de lo que habéis hecho en el cole?-Hoy hemos hecho un experimento en el laboratorio que ha sido alucinante.-Cuéntame en qué consistía.
–¿Qué tal el verano? -Muy bien; –¿Qué hiciste de especial este verano? -Participé como voluntaria en un campo de trabajo y fue una experiencia genial.- Ah, suena interesante ¿Dónde fue?
Escuchar también es parte de la conversación
Ya te has lanzado a romper el hielo y has logrado que la persona con la que te propones conversar empiece a hablar de un modo relajado. Ahora no lo estropees y ¡escucha con atención! Esto último parece una obviedad pero no lo es. En los tiempos del smartphone, tener una conversación ininterrumpida de más de 10 minutos es una verdadera proeza.
Para mantener una escucha activa mantén el contacto visual con tu interlocutor. Ten en cuenta que muchas personas tendrán la sensación de que si no las miras, no las estás escuchando. A mí, a veces, se me cansa la vista de mirar fijamente a los ojos. Para evitar quedarme bizca en el intento de practicar una escucha activa, dirijo la mirada a la raíz de la nariz de mi interlocutor, justo entre los ojos. Prueba este truco infalible.
Además, puedes utilizar recursos verbales como parafrasear lo que se acaba de exponer o expresiones como «um, ya veo«; «qué interesante» o «debe haberte resultado duro«.
Ya eres un artista: ahora no pares
Ahora que ya tienes los recursos necesarios para ser un artista de lo que en inglés llaman la «small talk«, no dejes de practicarlo. Si crees que puede ser de utilidad, repasa mentalmente una batería de posibles temas para romper el hielo en tu siguiente conversación informal. Estoy segura de que el futuro te depara muchas aventuras donde conocerás a personas super interesantes. ¡Adelante!
Hola Lu,
Como siempre muy interesante tu post.
Pero se me plantea la siguiente cuestión: ¿Qué hacer cuando en una conversación con un desconocido los nervios te bloquean y empiezas a sonreír y a moverte de un lado a otro y la conversación se convierte en algo que no tiene sentido y cada vez la tensión es mayor?
Puedes darme algún consejo para volver a encauzar la conversación o piensas que es mejor intentar «escapar» y ponerte a hablar con otra persona.
Bueno… un besito.
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Mi querida Noelia,
¡Gracias por tu comentario y tu pregunta! 🙂 Pues depende mucho del motivo de tanto nerviosismo: no es lo mismo hablar con un ligue en una discoteca, que con la persona que te hará una entrevista de trabajo, o con una colega de profesión a la que admiras, por ejemplo.
Pero por darte alguna idea, en este tipo de conversaciones nos sentimos como atrapados en «arenas movedizas» porque en cuanto intentas hacer movimientos bruscos para «encauzar» o darle sentido a la conversación, más ridícula te sientes lo que te genera más tensión. Así que se me ocurren dos opciones: 1. Tal como aparece en las películas de aventuras, si respiras profundo y logras relajarte, seguro que sales flotando de las arenas movedizas con una agradable conversación. 2. Si notas que los intentos no tienen éxito y cada vez te hundes más, sal de las arenas en cuanto puedas con la ayuda de una excusa (una oportuna visita al baño o la necesidad de hacer una llamada por teléfono son siempre muy socorridas).
Espero haberte ayudado algo. Un abrazo.
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Hola Lu! Como persona metida en el mundillo de la comunicación me ha parecido interesantísimo tu post. Sobre todo la parte de mirar a los ojos, es fundamental en la etiqueta conversacional y a mucha gente se le olvida. Esto hay que practicarlo no solo cuando hablas de tú a tú sino en un grupo (hay que intentar equilibrar la mirada con todas las personas que forman el grupo). No hay cosa que más rabia me dé que estar en un círculo de 3 personas y que una solo mire a la otra mientras habla…
Como miguita de aportación, relacionada con la escucha (que también mencionas), diré que hay que tener cuidado con la verborrea imperante en estos días. Cuando ya rompemos el hielo, nos encanta hablar de nosotros mismos (yo, yo, yo…), pero al otro también le gusta que le escuchen (de verdad) y aportar sus opiniones. No hay que interrumpir. Hay personas que parece que les hace falta un monólogo para reafirmarse en tus opiniones. A todas ellas les recomiendo, primero, el espejo.
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¡Hola compañera!
Gracias por tu comentario. muy interesante lo que comentas. Me encanta tu recomendación de espejo. 😉 Precisamente en mi siguiente post hablaré de los «delincuentes de la conversación» y de cómo defenderse de ellos.
Un abrazo.
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